Sunday, September 29, 2013

El termómetro de la felicidad



Hijo, estudia. Ya verás. Lo conseguirás todo. Cuando esto suceda, te podrás comprar una gran casa a las afueras y en el patio podrás construir una piscina enorme. Y en ella los delfines saltarán de un lado a otro, haciendo piruetas para tu diversión. A cuál más alta, a cuál más grácil.

Hijo, no te distraigas. Cuando seas un abogado reputado, las damas refinadas se pondrán en fila para desposarse contigo. Irás al hipódromo y las pamelas chocarán coquetas cuchicheando a tu paso. Ocultarán parcialmente unas sonrisas construidas solo para ti.

Hijo, no te entretengas con cualquier cosa. Cuando estés más arriba que nadie, todos requerirán tus favores y se mostrarán complacientes, sumisos. Tus zapatos no dejarán de brillar; esos cachitos de sol se distinguirán por su destello inconfundible.

Hijo, aplícate sin descanso en el estudio. Cuando tengas el poder, nadie te impedirá decir y hacer tonterías. Irrumpirás en el escenario de una ópera y graznarás como cuervo jamás lo haya hecho antes. Y el auditorio lleno de ojos abiertos romperá en emocionados aplausos.

 
Madre, ya he estudiado. Me he aplicado, sin distracción ni entretenimiento, pero lo que he aprendido es que no me interesa esa vida.

Madre, ayer me emocioné observando a un anciano hacer una mueca y pretendiendo que no lo hacía para evitar el reflejo directo del sol, sino porque me había sonreído deliberadamente.

Madre, ayer gocé del momento en que apagaba el televisor y el silencio inundaba el salón.

Madre, ayer disfruté viendo a un joven ofreciéndose para llevarle la pesada compra a un hombre de encorvada espalda.

Madre, ayer sentí un placer inigualable comiendo en un restaurante y manteniendo una conversación con alguien cuyas palabras acariciaban mis oídos.

Madre, ayer me arrebató la visión de una familia compartiendo de forma natural su comida con su vecina desempleada.

Madre, ayer fui feliz. Gracias por tu consejo. Estudiar me ha ayudado a saberlo.


Tuesday, September 10, 2013

Having porras and café y olé (¡o au lait.. o como se diga…!)



Konichiwa, mai frens. Estos días estoy avanzando un montón en mis clases de español (tanto o más que algunos lugareños en las suyas de inglés) y ya me considero menos foráneo en Panderetilandia. Además de aprender refranes y frases hechas, ahora hasta me permito el lujo de acuñar otros tantos para la posterioridad.

Café con leche que no has de beber, déjalo correr (como el tupido velo, ese que tape el sonrojo).

Cuando el río suena, relaxing cofi lleva.

No sabe, no contesta (al ask).

A palabras ininteligibles, oídos sordos.

Oídos que no oyen, corazón que no se resiente.

Dime con quién andas, y te diré cómo hablas inglés (o Dios los cría, y ellos se pegan el inglés).

A Dios rogando, pero oye... será que este no lo pilla… (ni el ruego ni el ask).

Quien fue a Sevilla perdió su silla, pero quien fue a Buenos Aires no perdió su sillón.

Si es que el resultado estaba cantado: Blanco y en Botella. Pero bueno, borrón y “cuenta nueva” para la corte de políticos de Panderetilandia, que ancha es Suiza (digo, Castilla)… Total, más se perdió en Gibraltar.

En resumen, me quedo con que este país es muy divertido. Siempre hay función para entretener a los niños. Ya sea hablar de elefantes en Bostwana, de piedritas en Gibraltar, o del acento y la dicción de los representantes políticos. Me dijeron que antaño aquí le llamaban al fútbol el opio del pueblo, pero parece ser que es mucho más relaxing y adormecedor el elixir de la botella.